Hoy.
Con Coldplay en mis oídos y un mar en mis ojos.
Vuelvo a escribir y aún sigo siendo yo; el mismo desorden
mental de siempre.
Sigo consumiéndome entre mis propios pensamientos, haciéndome
grande con este caos en mi interior.
Dándome cuenta de cuan valiosa es la vida, como para no
vivirla a tu manera.
Diferente.
Interesante.
Libre.
Y sola.
Siempre sola.
Porque al fin y al cabo eres tú, así.
Qué bonito tu propio camino cuando vas descalzo y aprendes a
andarlo por encima de todas las espinas, sin pensar demasiado y riéndote hasta
que duela.
Una importante persona me enseñó que en la vida,
absolutamente todo está hecho para disfrutarlo en pequeñas dosis.
Y es, inmensamente cierto.
Como que la felicidad es solo un estado de ánimo que se
compone de momentos, momentos que creas tú, contigo y por ti.
Amo la libertad y con ella de la mano; la soledad.
Corre, salta, baila, ríe, llora y siempre, haz lo que te dé
la gana.
Y por supuestísimo, componte de momentos que te lleven al
maravilloso estado de ánimo de la felicidad.
Y al finalizar, un brindis, acompañado de una buena sonrisa;
por los obstáculos mandados al carajo, por
todo lo vivido, lo vivible, lo que pudo ser y lo que no fue.
Y que viva.
Viva la vida.