martes, 7 de junio de 2016

IRA.


Después de una semana sin escribir, de nuevo me pongo frente a este teclado.

Con las teclas del piano del grandísimo Ludovico golpeándome en el tímpano.

Y esta vez con nuevos miedos, con egoísmo y con mi ira en su máximo desfase.

Mi mente colapsada de difíciles aceptaciones y afrontamientos no da para mucho más. Pero puede con muchísimo más. No me permitiré rebosar.


Porque al fin y al cabo, la clave de todo esto, no es más que hundirte del todo hasta coger de nuevo el impulso para salir a flote, dejando en el  fondo todo lo que te hace daño.
Porque al fin y al cabo, todo se resume en tus ganas de no vivir muriendo. Si no de vivir riendo. 
Que absolutamente todas tus situaciones de mierda, son puertas que se irán cerrando poco a poco.
Y hoy, después de tanta situación en el fondo de mi mar y las que aún me quedan por ahogar.
Puedo dar fe, de que no hay problema que no se pueda solucionar con un buen amigo, alguna que otra lagrima que desahogue y después una carcajada, acompañada con el sabor a felicidad de una buena cerveza.


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