lunes, 29 de agosto de 2016

FELICIDAD.

Puedo asegurar que la felicidad no existe y no es porque yo no sea feliz. Si no porque a lo largo de este largo año he ido recopilando información dentro de mí y os puedo asegurar también que el camino de mi vida es el más desordenado y desastroso del mundo. Este desorden me ha ido haciendo ver que por muy llano que vaya siendo tu sendero de la felicidad, siempre, siempre, va a haber un obstáculo que te hará quizás llorar y pararte a ver que la felicidad no es un estado, que la felicidad son momentos de éxtasis, de adrenalina, de amor, de carcajadas y  cervezas con personas importantes.
Porque la vida al fin y al cabo es como una especie de tobogán que comienza en el alumbramiento y a partir de ahí todo consta de subidas, bajadas, curvas o algún que otro salto. Para al final de este desembocar en la muerte.
Con esto, ante todo, he aprendido a disfrutar de las subidas, sacar lo bueno de las bajadas y dejarme llevar por las curvas, y a saltar, también. Para así, tener la mejor desembocadura de todas, sabiendo que no he conseguido el pleno estado de la felicidad porque no existe, pero sabiendo que he conseguido millones de momentos que constaban de ella.




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